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Mostrando las entradas de noviembre, 2005

Feliz Navidad

Volviendo de almorzar me gritaron feliz navidad en la calle, y por la fecha me di cuenta enseguida quién había sido: era justamente Feliz Navidad, un chico de sonrisa amplia, cuerpito gentil, bastante atractivo y algo menor que yo con el cual nos cruzamos una nochebuena de hace unos cinco o seis años. Estábamos en una fiesta en La Ideal, atestada de veintipocos como nosotros y no solamente no había tanto puto dando vueltas sino que yo tampoco estaba demasiado convencido de serlo; todavía salía con chicas en ese entonces. Me había dicho sonriendo "Feliz Navidad", y yo le encajé un beso. Terminamos en un hotelito familiar de San Cristóbal, por falta de efectivo, juntando dos camitas gemelas y amaneciendo para llegar tarde cada uno a su almuerzo en familia. Nos despedimos (feliz navidad) y buena onda, de tanto en tanto cuando nos cruzamos por ahí, así nos saludamos.

B.A.*

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Mientras el 8 estoico se la banca parado, otros necesitan sentarse a descansar un rato. Los impares son así, más relajados.

ombligo

Tengo la puta costumbre de querer siempre corporizar lo virtual, y nunca quedarme contento con lo que tengo. Tocar lo que veo, sentir lo que toco, morder y romper lo que por ahí nunca debería haber tocado. Teñir el concepto de carne. Si una receta me gusta, la cocino y modifico; si un músico nuevo que me pasa alguien me parece interesante, me compro la discografía completa, o la consigo, o lo voy a ver. Exceso de entusiasmo, la abulia no me toca porque no la dejo, nunca me alcanza en el lugar en donde estoy. A veces me deprimo, y caigo en terribles pozos de los que salgo ciclotímico con saltos de pulga, las mesetas no son lo mío. Toco extremos, pero casi siempre me paso de la rosca y me voy al otro después. No me gusta quedarme quieto. Mientras vos vas, yo fui y vine aunque no entienda demasiado qué es lo que pasa acá y menos en la otra punta, pero me cuesta sentarme a esperar. Por eso nunca sería un gran teórico, por eso soy un buen productor. Me muevo a los tumbos, con pasos fuertes

opi

Yo creo que en el fondo todo funciona así, por círculos. Desde lo planetario y lo orbital en adelante, cuando no puedo bajar algo a imágenes, siempre vuelvo al ejercicio de los círculos y las pelotas. Partiendo de la pureza de sus formas sin ángulos, uno puede aplicar esta metáfora simplona a casi cualquier problema encontrando una solución ad-hoc. Entonces, ayer sentados en un restaurante de Barrio Norte con Matías, conversando malbec de por medio, llegamos a ser dos bolitas de vidrio. Pero de las de esmeril, eh, porque si bien una política de glásnost es interesante, en una pareja es necesario mantener espacios quizás no oscuros aunque al menos opacos. Un oasis de biombo donde el individuo reposa del binomio, y junta ganas para seguir enamorándose del otro. (Es que está bueno enamorarse del hombre, no de la pareja. El que se enamora de la pareja está condenado a vivir enamorado del amor, cambiando caras y cuerpos para llenar espacios, condenado a nunca ser feliz solo, a alimentarse d

Me llegó

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de Viena el oficial. Es decir que ya es oficial, puedo instruir, aunque no creo ocurra. Sí. De Viena, aunque en el dorso mi nombre está en coreano.