Odio el Carnaval Carioca
Caí en cuenta de que tengo la manía de escribir solamente cuando las cosas me van relativamente bien, o cuando me creo que las cosas me van relativamente bien. Le escapo a la melancolía como un pedófilo a la cana, como si las crisis fueran momentos íntimos míos y no hubiera que mostrárselos a nadie.
La posta es que me deprimo como cualquier chabón, aunque siento que lo hago a otro ritmo: mis heridas habituales son profundas y sangran a borbotones... pero cicatrizan muy rápido. Me banco tan poco estar del lado malherido que cazo una aguja y una piola, me autozurzo y ya, a otra cosa. Y sonrío, y me lo creo. O me olvido y dejo de lado el problema al que no le encuentro solución.
Otros arrastran cortadas menos profundas, más diluidas, que deben doler menos pero tardan más tiempo en cerrar. Heridas cuidadas primorosamente y acariciadas de a poco que van dejando un rastro de sangre en la nieve; pero yo no puedo, juro que no me sale.
Causas: la mayoría de las veces mis bajones vienen por el mismo lado, lo que yo llamo el Síndrome del Carnaval Carioca. Esto nació con uno en particular, un Carnaval Carioca que me perdí a los cuatro años en el casamiento de una amiga de mi vieja. Es que yo quería quedarme despierto, porque sabía que después de toda la paparruchada ridícula esa de las mamás mostrando las piernas y poniéndose las medias de otra... venía esa parte, con esa imagen que era lo más. Me quería quedar despierto para cuando todos cantaran pepépepépepé la canción de Brasil Brasil y tiraran confeti y serpentinas y se pusieran antifaces y maracas y los tíos borrachos me hicieran upa y los chicos -dejados de lado durante casi todo el acontecimiento- volviéramos a integrar la fiesta como verdaderos participantes. La cagada es que eso pasaba un poco después de lo que podía esperar mi cuerpecito flequilludo, mi aguante de hoy no valía en el 83. Cabeceos varios y me quedé dormido, en dos sillas acomodadas a modo de cama (acamadadas?) pero con la promesa solemne de mi viejo de que iba despertarme para cuando llegara el desborde de alegría que venía esperando toda la noche.
...
Me desperté a upa, Stevie Wonder de fondo y fundido de negro a fuera de foco babeando un hombro materno. En cuadro, un salón vacío, tres parejas saludándose y un señor barriendo los restos del momento que había pasado irremediablemente y me había perdido para siempre jamás. Y sentí el aliento a alcohol rancio de la novia pelo batido en patas saludando a mi vieja "qué lindo, pobrecito, cómo se quedó dormidito". Y escuché a mi viejo "no hubo caso, no pudimos despertarlo aunque lo intentamos varias veces". Y no pude decir nada. Y me puse a llorar. Heavy. Y me gasté la garganta desconsolado, a los gritos, exagerado como hacía mucho que no lloraba. Y no hubo modo de callarme por un rato bien largo, de llanto ininterrumpido; no hubo modo ni en el auto, ni con el souvenir de mierda, ni en casa... hasta que supongo me ganó de vuelta el cansancio y me quedé dormido hipando la bronca más legítima para con el mundo, para conmigo y para con nadie. PAh, ese es un recuerdo horrible que me acompaña nítido hasta veintitrés años más tarde.
Y la mayor parte de mis bajones me recuerda un poco a eso.
Es esa sensación horrible de saberme eterno inconformista que no puede vivir ochocientas vidas de una vez. Esa resignación realista a que todo pase sólo por una, cuando hay tanto por intentar experimentar... y un solo cuerpo, y unos pocos años chotos de juventud tersa y firme. Tomo conciencia de que estoy acá, en la productora, siendo solamente yo y haciendo una sola cosa todos los días... perdiéndome de otros diez millones de Carnavales Cariocas a los que no voy a poder ir y no sabría cómo.
Y ahí, justamente ahí, es donde me doy cuenta de lo absurdo que es quedarse llorando y aturdir al resto cuando uno se siente mal. Lo único que hace falta es cerrar la boca, cerrar los ojos y dejar dormir. Ver cómo se soluciona la cosa. Arreglar un par de planes para mañana, y despertarse pensando en otra cosa. O irse de Carnaval Carioca, ja.
La posta es que me deprimo como cualquier chabón, aunque siento que lo hago a otro ritmo: mis heridas habituales son profundas y sangran a borbotones... pero cicatrizan muy rápido. Me banco tan poco estar del lado malherido que cazo una aguja y una piola, me autozurzo y ya, a otra cosa. Y sonrío, y me lo creo. O me olvido y dejo de lado el problema al que no le encuentro solución.
Otros arrastran cortadas menos profundas, más diluidas, que deben doler menos pero tardan más tiempo en cerrar. Heridas cuidadas primorosamente y acariciadas de a poco que van dejando un rastro de sangre en la nieve; pero yo no puedo, juro que no me sale.
Causas: la mayoría de las veces mis bajones vienen por el mismo lado, lo que yo llamo el Síndrome del Carnaval Carioca. Esto nació con uno en particular, un Carnaval Carioca que me perdí a los cuatro años en el casamiento de una amiga de mi vieja. Es que yo quería quedarme despierto, porque sabía que después de toda la paparruchada ridícula esa de las mamás mostrando las piernas y poniéndose las medias de otra... venía esa parte, con esa imagen que era lo más. Me quería quedar despierto para cuando todos cantaran pepépepépepé la canción de Brasil Brasil y tiraran confeti y serpentinas y se pusieran antifaces y maracas y los tíos borrachos me hicieran upa y los chicos -dejados de lado durante casi todo el acontecimiento- volviéramos a integrar la fiesta como verdaderos participantes. La cagada es que eso pasaba un poco después de lo que podía esperar mi cuerpecito flequilludo, mi aguante de hoy no valía en el 83. Cabeceos varios y me quedé dormido, en dos sillas acomodadas a modo de cama (acamadadas?) pero con la promesa solemne de mi viejo de que iba despertarme para cuando llegara el desborde de alegría que venía esperando toda la noche.
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Me desperté a upa, Stevie Wonder de fondo y fundido de negro a fuera de foco babeando un hombro materno. En cuadro, un salón vacío, tres parejas saludándose y un señor barriendo los restos del momento que había pasado irremediablemente y me había perdido para siempre jamás. Y sentí el aliento a alcohol rancio de la novia pelo batido en patas saludando a mi vieja "qué lindo, pobrecito, cómo se quedó dormidito". Y escuché a mi viejo "no hubo caso, no pudimos despertarlo aunque lo intentamos varias veces". Y no pude decir nada. Y me puse a llorar. Heavy. Y me gasté la garganta desconsolado, a los gritos, exagerado como hacía mucho que no lloraba. Y no hubo modo de callarme por un rato bien largo, de llanto ininterrumpido; no hubo modo ni en el auto, ni con el souvenir de mierda, ni en casa... hasta que supongo me ganó de vuelta el cansancio y me quedé dormido hipando la bronca más legítima para con el mundo, para conmigo y para con nadie. PAh, ese es un recuerdo horrible que me acompaña nítido hasta veintitrés años más tarde.
Y la mayor parte de mis bajones me recuerda un poco a eso.
Es esa sensación horrible de saberme eterno inconformista que no puede vivir ochocientas vidas de una vez. Esa resignación realista a que todo pase sólo por una, cuando hay tanto por intentar experimentar... y un solo cuerpo, y unos pocos años chotos de juventud tersa y firme. Tomo conciencia de que estoy acá, en la productora, siendo solamente yo y haciendo una sola cosa todos los días... perdiéndome de otros diez millones de Carnavales Cariocas a los que no voy a poder ir y no sabría cómo.
Y ahí, justamente ahí, es donde me doy cuenta de lo absurdo que es quedarse llorando y aturdir al resto cuando uno se siente mal. Lo único que hace falta es cerrar la boca, cerrar los ojos y dejar dormir. Ver cómo se soluciona la cosa. Arreglar un par de planes para mañana, y despertarse pensando en otra cosa. O irse de Carnaval Carioca, ja.
Comentarios
hipe, hipe, que no es lo mismo que /jaip/jaip/ y sus deformaciones.
abrazo,
yukio.-
Igual, cada vez que escucho "All tomorrows parties" de la Velvet, me siento morir del bajón.
Nadie te quita lo bailado, pero no existe una sola fiesta. Los carnavales van y vienen y uno nunca se va a poner viejo para disfrutarlos.
Suerte,
yo sigo sin poder salir, no sé por qué.
y obvio que siento que me pierdo todo, u lo más absurdo que por más que sea pendejo siento que me pierdo todo, todo todo.
por mas buscar una solución, no se va a encontrar...
un abrazo.!
El sindrome del Carnaval Carioca en realidad está bueno, porque es lo que te obliga todo el tiempo a conocerte más a vos y a saber qué querés, porque la única manera de saciar la abstinencia que provoca el no poder hacer todo y estar en todo es conocerse mucho a uno mismo, y desde ahí elegir qué hacer. Si uno no hace el esfuerzo de conocerse, es mucho más probable el posterior arrepentimiento.
No sé, quizá tengo esta visión porque ayuda a cicatrizar más rápido, y yo soy de los tuyos...
pero viví así y no me arrepiento de nada.
Pero no todo lo tenes que asociar con eso, me parece... una frustracion asi puede marcarte tanto?
Siento que es peor no padecer el sindrome porque caés en el conformismo, que raya la mediocridad.
—En todos —articulé no sin un temblor— yo agradezco y venero su recreación del jardín de Ts'ui Pên.
—No en todos -murmuró con una sonrisa-. El tiempo se bifurca perpetuamente hacia innumerables futuros. En uno de ellos soy su enemigo. (...)
JLB
El sindrome del Carnaval Carioca es una linda metafora para la peor de las nostalgias: la que se siente por lo que uno no vivió, aunque hubiese dado cualquier cosa por hacerlo.
Qué lindo post.
(pausa)
beso gordo!!!
Como siempre un gusto leerte.
anonimo, sin palabras... buscate una vida, de seguro a los 40 ya no tenes todo el sexo que queres y optas descargate por la net mientras buscas porno, al pedo... by the way, se, porque lo he visto, y yo que vivo en EEUU lo padezco... hay algunos que no tenemos enies ni acentos! Lo cual no significa que no sepamos escribir... agarrate de otra cosa...
Igual me gusta esto del ESCANDALO!! ME hace acordar que tenemos una vida maravillosa y otros no... da pena que tan jovenes se amarguen tanto..
e ja começa a apanhar--
fue lo que mas me llamo la atencion!
te entiendo, asi como vos me entendiste cuando ¨me doy un gustito¨
abrazos!
Me entretiene mucho el leer tus posts, siempre aprendo nuevas lecciones.
Gracias mil, abrazos.
Que la fiesta que muchso tienen este sabado yo no la tengo ni la tendre.. que estoy aca sin poder estar alla...
Hasta que decidis cortar eso, bajas a la calle y empezas a caminar.. rumbo a la fiesta, de nuevo a la vida... Lo bueno de todo esto es que aun sigue siendo, en un cierto punto, nuestro el poder de decision.
Abrazos a la troupe que se ve por estos lares..
Patadas a esos bobos que solo hablan por hablar...
Salu2..Tin
1) me sorprende, pabloxxx, que un muchacho como vos se estrese tanto en esta vida como si no hubiesen otras, infinitas, todas las que quieras, hasta que llegues a destino. Si, la reencarnación, amigos.
2) hay gente que dice que el camino mas corto entre dos puntos es una línea recta, pero todos aquellos que hayan experimentado el mini golf saben que en realidad el camino mas corto es la parabola pabloxxx.
3) si todo lo anterior no te sirve, pensá que sos boyscout, haces cine, tae kwon do y tenés una casa hermosa.
4)igual está bien pensar asi de vez en cuando.