Forma y contenido

Privilegiar la forma sobre el contenido nos deja vacíos.
Yo cambié: tras años ponderando la eficiencia como el norte a seguir en la política y en la vida (que son lo mismo: todo lo que hacemos con otros, es política), hoy adulto entiendo que un relato potente, pero mal ejecutado y hasta con los peores vicios es diez, mil, un millón de veces mejor que la falta de un relato; porque detrás de esa ausencia, se esconde la arquitectura perversa que nos ordena funcionales a los peores intereses: esos que no se pueden decir en voz alta.

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