El Bosque

Flora, Matías, Alina y yo. No importa quién dice qué.

- Vamos a otro lado.
- Pachá?
- Amérika?
- Flora no vio El Rebenque.
- No, otro lado.
- I feel wild, honey!
- Yo no sé si quiero reviente groso.
- Otro lado!
- Tenés porro?
- No conozco ninguna fiesta hoy.
- Nada de lugares de putos, eh.
- OK, quedó claro.
- MMmhhh..
- UF! Dejame hacer un llamado. Que hoy hacemos miniturismo.

(Llamado Misterioso)

- Vamos a Quilmes.
- !!!??
- ehh...
- Uh, vamos!

Aventura de características metafísicas trazar una línea recta imaginaria por la 9 de julio que cruce el Riachuelo y se adentre en los confines del universo hacia donde apunta la Cruz del Sur. Y nuestro informante fue tajante: Tomar 9 de Julio hasta la muerte. Seguir eternamente dirección sur y no dar bola a los nombres que va tomando (Belcebú, Satán, Lucifer) es todo lo mismo. Cuando se corte, el destino: en el medio de la nada un cartel dorado. EL BOSQUE.

El Bosque. Se plantó enfrente nuestro tras un viaje de unos cuarenta y cinco minutos, cuatro Stellas, tres Red Bull y dos ataques de pánico ante el vacío absoluto que se abría negro a los lados del Scénic de Flora. La primera mirada antes de entrar se correspondió con la primera impresión de impacto, determinada por la escala del espacio. Inmenso predio para albergar una disco, bordeado por tremenda empalizada fortificada y custodiada que separa al Bosque del limbo bonaerense. Mucho camino dentro. Luego, tras dejar el auto en el gigantesco garage repleto, veríamos que esta escala se repetiría invariable en muchos otros aspectos de la noche. Allí todo era grande: 5 pistas, algunas del doble de tamaño que la de Mint. Y la cantidad de gente, uf, no podíamos creer el flujo constante que iba llenando el lugar. Hasta que se llenó. El nuevo código parecía ser: mucho = grande = mejor.

Montañas de maquillaje en ellas (la tierra india sigue pegando fuerte), excesivo wet look en ellos. Todo mucho, incluso el tamaño de la gente, integrada principalmente por chicos hipertrofiados y mujeres de caderas abundantes. Y sin complejos cada uno mostraba lo que tenía por mostrar, que para eso estaba. Una verdadera fiesta. Yo pensé: John Steed moriría por venir a este lugar! Otro detalle, como verán ilustrado más abajo, fue que hasta las bebidas venían en tamaño familiar. Simpáticos baldes de plástico con forma de galera y vasos/probeta extra large. Reconozco que no tuve el coraje de intentar beberlos.

Observación participante, la recorrida fue tan intensa como divertida. Bailamos desaforadísimos bien al centro "La Isla del Sol" y "Marina", aunque creo que todavía faltaba un rato para la apertura de pista porque llegamos antes de hora. Groso también el comportamiento alrededor, cada espacio idiosincrático mantiene sus rituales (también los espacios que reconozco como propios, no menos ridículos que los que en este caso como observador podía decodificar). Acá temprano chicas sentadas esperando galanes de cabeceo... y un poco más tarde directamente si te veo te toco, si te toco te chapo, si te chapo te cojo con el dedo. Por cierto, ni un solo puto, o alguien que pudiera llegar a serlo; not a single one, entre 6000 personas. Lo mejor que recibí tras clavar mirada de staring boy colgado fue una de vuelta de "no te pego porque estoy borracho y capaz pierdo". Volvimos temprano, cerca de las 4, cuando el lugar estuvo finalmente a tope y la cumbia ya sonaba en todas las pistas a la vez.

Visita enriquecedora del país que no miramos, pensaba en la vuelta adormilado. Ya estoy planeando la próxima salida miniturística mixta: Ahora quiero conocer un bar swinger.


El Bosque. Bienvenidos a la pista. Muchas bolas.

Pareja X, muy temprano.

Puerta del baño, maniquí flotante hundido.

Superformatos de trago... uf. Muchas gracias a los gentiles modelos que prestaron su imagen a condición del anonimato en la foto.

La Arq. Álvarez Pacheco en pleno goce musical

Adiós El Bosque. Experiencia nueva.

Comentarios

Mr. John Steed dijo…
O! Todo una experiencia por lo que veo. Quizás un tanto siniestra para mi gusto, aunque me fascina leerlo.

Saluditos para vos.
Running dijo…
una vez fui a un boliche en san telmo, en chile con paseo colón, and it was kinda like that.
bailé cumbia!
me cagué de risa, y no conecté ni mierda either.
buenísimos los formatos de los drinks!
Mr. John Steed dijo…
Realmente eso es una palangana celeste, qué horror.
O demasiado top?
Tomatito dijo…
Don Pablo:

Gracias por sus visitas y comentarios. Revisando el texto word y luego el post, se me había quedado su moment en el revolú del cut and paste, edit, que si son las 6:30 y esto tiene que subir al blog a las 7:00 etc.

Cuando comencé a imaginar el final de King of Pain empecé a anotar en una libreta legal amarilla momentos de cada bloguero en sus blogs. Y lo de los sapos lloviendo a lo Magnolia en el suyo era perfecto. Y lo del ritmo de las tablas del karate (que cuando revise bien no eran tablas y menos del karate) como un mantra repitiéndose como las acciones diarias en la vida de cada bloguero pensé que encajaba. Todo esto para que sepa que no me inventé a última hora su moment. El error ha sido subsanado, espero. Y la revisión ya está hecha. En cuanto a en que trabajo: publicidad, copy, teatro. Y estoy tratando de hacer una peli. Espero que antes de que termine esta decada.

Saludes.
Promqueen dijo…
El balde!!! No lo veia desde Ski ranch de Bariloche 97!! cuando yo fui lo + memorable fue cuando apagaban la musica en lo mejor y ponian "El Bosque no para"??? Casi muero de ver tanta mini de lycra y sandalia de tiras y plataforma en Julio! Es una experiencia que merece vivirse y vale el viaje. Aportando datos historicos, me contaron que ese predio era un viejo y tradicional prostibulo quilmeño.
Gugú dijo…
wa wa weeee wa!

speechless
P.Ing.- dijo…
Así que el balde era un invento previo! Yo creí que era propio de ese lugar, ufa.

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