Findesemana

Dejando un rato de lado post más crípticos, vuelvo a lo concreto de revisitar algunos hechos recientes, más tangibles y sin tanta figurita. Ya estuvo bien de putos bolita, fosforitos que se queman y medialunas metafóricas, al menos por un rato. Bien. Como este fin de año me encuentra atareado con un cierre duro de proyecto y me voy a tener que olvidar de mi tradición de escaparme de Buenos Aires para la ocasión, aproveché el fin de semana y me colé en un casorio en Punta del Este, o mejor dicho, acepté la invitación como asistente consorte de Matías. Una compañera del colegio alemán, uruguaya de nacimiento como él, que vive fuera de Uruguay como suele ocurrir con los uruguayos. Hay menos uruguayos en Uruguay que en cualquier otra parte, pero eso viene pasando desde hace rato y no es tanta novedad. Así que ya que se venía la semana jodida aproveché arrancando ya sin dormir desde el viernes (Cumpleaños primero, luego Fiesta Brandon con Repa rompiendo corazoncitos) y le metí derecho al Buque de las 8 de la mañana directo-3-horas Montevideo.

Es vox populi que nunca hay que dormir en los asientos de Buquebús, so pena de compromiso medular con parálisis debido al putísimo grado de perversión de sus diseñadores industriales. Así que nada mejor para el meneo amable del agua buscar la horizontalidad absoluta, encontrar un rincón en el piso de alfombra contra pared de vidrio y apoyar la cabeza en la valija de mano… hasta que la pared de vidrio se devela puerta, los parlantes arrancan con eso de señores pasajeros el free-shop se encuentra abierto bla-bla-bla y una estampida de rubias peroxidadas te arrollan en su desesperación por comprar boludeces y perfumes.

Tras anclar en MVD yo ya estaba impecable en mi colirio y cafeinismo, casi sin resabios de la noche anterior que aún se extendía larga al mediodía. Me recibieron novio y suegro para ir a comer al mercado del puerto: chotos, medio y medio, pamplona y Olimareños de fondo. Conversación profunda, adoro a mi suegro: el tipo tuvo una vida envidiable, no se privó de nada: fue tupa y exiliado, es un violinista importante, es padre y abuelo, viajó más que Phileas Fogg y hoy comparte su tiempo entre México DF (donde dirige un festival), Roma (donde da clases y tiene su novia tana) y Montevideo (donde nació, aunque cada vez entiende menos qué sigue haciendo ahí). En fin. Tomamos prestado su auto, y directo a la Punta, con la obligada parada en Chihuahua para hacer el diagnóstico de cantidad de putos dando vueltas por la ciudad en ese fin de semana de pretemporada. Tranca, sólo algo de arena y rápido a hacer el check-in al hotel, que el casorio en Las Cumbres arrancaba a las 6 y media y faltaba el acicale y emperifollo. Impecables, las preguntas de rigor de vuelta en el auto. OK, ex compañera del colegio alemán, vive en L.A., trabaja importando arte sudafricano y el novio hace lo mismo. Eligieron casarse ahí porque sí, el flaco se trajo a toda la familia y amigos, por lo tanto el rejunte étnico iba a ser variado. A María José, la novia, Matías la había visto por última vez siete años atrás, aunque habían sido íntimos cuando pendejos.

Acá hago un parate porque fue un momento de esos en los que está bueno tomar conciencia del momento. Ahí estábamos, Matías y yo, en el auto, vestidos de dandies, rumbo a una fiesta en la que importaba poco y nada lo que hiciéramos ya que era gente a la que probablemente no volveríamos a ver en mucho tiempo. Sin horarios hasta el lunes, subiendo una montaña con mar en el horizonte, paisaje increíble. Momento putón de música de títulos.

"Bomba, no es lugar para hablar de política", me advirtió mi chico consciente de mi simpatía frentista. Ni falta hacía que lo dijese, aunque por lo general yo peque siempre del síndrome de la palabra de más, una vez llegamos era claro que no debía hacerlo. Nadie de ahí me hubiera entendido, primero porque la mitad de la gente era la primera vez que pisaba Sudamérica y la otra mitad tampoco tenía mucho aspecto de simpatizar con Mujica.
La ceremonia en sí muy cute, muy estilo insight y de doble extensión por la traducción simultánea; los votos de la novia (escritos por ella, y seguidos por la madrina que era quien conducía la cosa) eran algo así como “prometo hacer siempre lo mejor que pueda para conocerme a mí misma, cumplir conmigo misma y ser feliz conmigo misma para luego, OK, quererte” y el novio, Robbie Stewart, enteramente de blanco como ella la miraba sin entender demasiado, hasta que la otra madrina traducía. Pero ambos estaban muy contentos y el sol de las 7 y 26 de la tarde les pegaba muy bien, tal como había indicado el meteorólogo que contrataron para ubicar la pérgola e intercambiar anillos a la hora exacta. Mucho speech toda la noche, mucho rosa y marrón como leit-motiv del lugar y la atinada decisión de abrir la pista de baile recién después de que el último plato fuera terminado. Yo me porté bastante bien aunque asumí un poco más de protagonismo del que debía, eso de bailar rock con la madre de la novia y sacudirla cual esparadrapo no era necesario, aunque ella quedó encantada conmigo. Al igual que la gente de nuestra mesa y la de al lado y la de al lado, y la novia y la bartender que cada vez que llegaba hasta ella me sonreía, guiñaba un ojo y tenía mi trago preparado desde que me veía acercarme, sin hacerme esperar jamás.

Sin mayores incidentes, la noche terminó con Matías y yo borrachísimos bailando en Mercury, la disco gay punta que queda en parada uno de la brava (y tiene mucho más de brava que de Punta) de traje y sin dar bola absolutamente a nadie. Ah, sólo interactué con una rubia que se acercó a desanudarme la corbata.
Domingo, arriba tras tres horas de sueño, almuerzo frugal y un poco más de playa en Chihuahua, nudismo, jejenes y laguna, alguna charla estúpida con dos flaquitos chaperos y luego ruta a Montevideo (Piquete de por medio! Primer piquete montevideano, ni gomas para quemar tenían!) y cena nuevamente con suegro. Algo de hierba en Plaza del Entrevero y un paseo peatón cuasi lisérgico que nos llevó a conocer una Montevideo rarísima; luego a la cama, y mucho más luego a dormir unas dos horas para salir raudo a tomarme el Buquebús de las 7 de la mañana. Que tenía dos reuniones grosas en la productora antes del almuerzo .
Está bien, este fin de semana rindió como debía. Y descansé como dicen que corresponde, ocho horas (en total).


Por la ruta 12, tuvieron la deferencia de avisarnos con estos cartelitos... cada veinte metros.

La previa a que llegue la novia.

Los votos, el atardecer, los tules, los novios en lo alto de Las Cumbres. De fondo, violines.

Yo, ya que Matías nunca pudo aprender a usar la palm para sacarme una foto. No se aprecia, pero el corte y la tela eran impecables.

La vista desde el lounge de recepción, un atardecer de los buenos que no sé por qué sale con un punto negro en esta camarita chonga. Pero me gusta el efecto de todos modos.

Paseo de domingo, marquesina homenaje a Willito en estas épocas.

Suegro y Matías, patita cruzada.

Comentarios

Mr. John Steed dijo…
Relindo todo, pero me encantaron los cartelitos. Mal.
L! dijo…
Hace rato que vengo leyendo, pero creo que nunca comenté nada. Esto me pareció buenísimo. Seguí así.
Anónimo dijo…
Que fin de semana de la hostia. Me siento un pelotudo escribiendote en esto cuando te tengo a 10 metros, nabo!
Pero a vos te gusta que escriba, so...
FELIZ NAVIDAD!
Anónimo dijo…
Que fin de semana de la hostia. Me siento un pelotudo escribiendote en esto cuando te tengo a 10 metros, nabo!
Pero a vos te gusta que escriba, so...
FELIZ NAVIDAD!
P.Ing.- dijo…
Los cartelitos eran un flash, preludio de lo que fue todo lo que vino luego. Bienvenido Desind, y vos, hermanito, nadie te obliga a escribir y (paso a mood producción) le recuerdo que se encuentra usted en horario laboral y sigo siendo su jefe, así que qué es eso de andar perdiendo el tiempo en leer boludeces como esta? Eh?
Saludos.
Anónimo dijo…
lo que no entendi es que onda tenes con los uruguayos...buena o mala ?

saludos
P.Ing.- dijo…
Noe,a pesar de desconfiar de las generalizaciones, los uruguayos y su mood me caen muy bien, me gusta mucho Montevideo y las playas del Uruguay. Y además, por motivos obvios, viajo y paso unos días allá varias veces al año. Son un pueblo bastante extraño, con una grosa hiperonciencia de sí mismos... sin caer en un nacionalismo desbancado. Fueron diezmados por la peor de las dictaduras de latinoamérica en porcentajes, y literalmente un 40% del padrón vive en el exterior. El uruguayo es como un argentino pero más afable, menos engreído, con mayor identidad de grupo y bastante más tranquilo. Insisto en que es difícil generalizar de todos modos. Pero sí, tengo muy buena onda.
Running dijo…
osea los uruguayos son un país en extinción?
me siento un uruguayo en extinción entonces.
pablo, tu post me deprimio mal.
P.Ing.- dijo…
¿¿¿??? ¿Un uruguayo en extinción? No, amigo trujillano, que no están extinción. Están desperdigados, que es muy distinto. Ejemplo simple, la familia de Mati: él en Bs. As., madre en Bonn, padre en Roma/MVD/ Mexico DF, hermano en Madrid, hermana en Köln. Igualmente no entiendo por qué te deprimió el post! Explícate niño!
Running dijo…
bueno, si están por el mundo, nunca regresarán a tener más uruguayitos en uruguay, a eso me refería. a que no regresarán a echar raíces en su país.
y m deprimió pues, es tan lindo y la pasaste tan lindo que me vi y me deprimí. beso y feliz navidá.
art vandelay dijo…
Pablo sos un bombón.
P.Ing.- dijo…
feliznavidá para vos y todos!
Andy W dijo…
muy entretenido, me gustó mucho el post.

lo que no entendí, a pesar de tu comentario respecto a que "los de 30 tienen mejor lomo", es cómo salió tan groso matías en esa foto con padre.

salud
¡No había encotrado a nadie que supiera de la existencia de los barbapapás!

soy tan feliz!

feliz navidad!

et anniversaire!!!
El enano dijo…
Pablo: caí en este blog creo que por Luchiano (Casi como la vida misma)...
Veo que tenés una vida un poquito agitada...
Y que tenés muy buen gusto (jaja!!)
Te dejo un saludo...
Que empiezes perfectamente el 2006!!
(Chivo: si queres pasa por mi blog)

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